sábado, 5 de febrero de 2011

¿Qué es la Filosofía?

Antes del siglo VII a. C. encontramos al mito como forma de pensamiento en la antigua Grecia y era una de las principales fuentes del conocimiento para la sociedad. Posteriormente surgirá la Filosofía, que quiere decir “amor a la sabiduría”, o sea que lo valioso no es tal o cual filosofía sino aquello de lo que ella está enamorada, aquello que enamora al pensamiento y es la sabiduría.
Para hablar de Filosofía hay que tener en cuenta, que el conocimiento humano, a lo largo de la historia, se ha debatido en varias etapas que han evolucionado en la historia a través del tiempo. Así, según la antropología filosófica, rama que estudia al hombre, éstas etapas han pasado por el conocer por medio de la fantasía, expresado mediante imágenes, el conocer mítico, donde lo que no es comprendido es trasladado al campo de la explicación mítica y finalmente, el conocimiento racional que es el denominado filosófico.


El primer momento filosófico, que estudiamos en el mundo occidental se observa en el mundo griego, alrededor del año 600 a. C. con los pre-socráticos, donde la Filosofía limita con lo mítico y lo fantasioso, hasta que finalmente se impone el esfuerzo racional. Pitágoras utilizó por primera vez el término filósofo pero determinar en qué consiste la actividad a la que se dedica el filósofo, esto es pues la Filosofía, resulta en extremo difícil porque cada pensador o cada corriente de pensamiento da una respuesta distinta.


Aunque formalmente se considere que la Filosofía surgió después del siglo VII a.C. existen actividades filosóficas, según mi opinión, previas y que no necesariamente pueden considerarse como mitos. Y bueno, mi reflexión surge de la lectura del libro “Los grandes iniciados” de Edouard Schure, en donde las actividades reflexivas del “porqué de las cosas” y los ritos de iniciación para comenzar el camino hacia el conocimiento no se le pueden relegar a la clasificación de mitos. Y como el mismo Schure comenta en su escrito:

“El mayor mal de nuestro tiempo es que la Ciencia y la Religión aparecen como fuerzas enemigas e irreductibles.”

El autor en su libro nos invita a reconciliar a la ciencia y a la religión que junto con la Filosofía nos mostrarán el camino a las verdades trascendentes.

Tal vez sea por el uso excesivo del lenguaje metafórico que la actividad reflexiva de la antigüedad se le relegue como mito y no como filosofía. ¿Por qué? La respuesta, es tema de una investigación aparte. Y bueno, por lo que compete al presente ensayo, su objetivo fundamental es contestar a la pregunta ¿Qué es la Filosofía? Tarea difícil, ya que a lo largo de la evolución de la actividad filosófica se ha tratado de contestar a ésta pregunta. Y complicado lo es aún más cuando mi profesión no es la de filósofo sino la de abogada pero no por ello la Filosofía es un tema ajeno sino todo lo contrario. Pero en el Derecho nuestro objetivo no es definir que es la Filosofía sino de utilizar la actividad filosófica como un medio para llegar a aproximarnos a la conceptualización de los valores humanos, bienes jurídicos tutelados del Derecho, como lo son la justicia, la libertad, entre otros.

Retomando el tema sobre ¿qué es la Filosofía? Entendemos que al contestar una pregunta que comienza con la palabra “qué” implica un concepto y tratar de limitar a la Filosofía a una sola idea significa limitar su actividad, tal vez por ello no exista un solo concepto, solo aproximaciones y su definición etimológica-psicológica: es el amor al saber (philos, sophia).

Desde sus propios inicios significó, a la vez, el conocimiento de los principios supremos del mundo y de todo lo que contiene. Un saber que come el fruto de la vida, no un saber teórico “sobre la vida”. La Filosofía es la transmisión de lo pensado, la historia del pensamiento, la sabiduría es el testimonio de lo experimentado, la experiencia de la vida misma, de su gusto. Sabio no es quien pensó la vida sino quien dejó que la vida le diga lo que ella misma aprendió viviéndolo a él, quien dejó que la vida le entregue su sabor, le revele su sentido.

Y es así como se adquiere el conocimiento, viviéndolo y así se le revelará al que lo busca. Es oportuno señalar que el problema de la educación en México es que no se permite al maestro mostrar el camino hacia al conocimiento al alumno, veo con gran desconsuelo que la libertad de cátedra está muy lejos de serlo ya que la enseñanza a nivel superior está limitada. Y es que en éste nivel es en donde se debe dejar que los diversos talentos del alumno salgan a flote y solo saldrán cuando el maestro motiva a su aprendiz a buscar el conocimiento y el desarrollo de sus habilidades.

Pero la dinámica de enseñanza es la misma que en los otros niveles inferiores ya que el maestro atrapado en un soliloquio frente a sus alumnos agota sus horas clase mientras los otros esperan el día del examen en el que vaciarán los conocimientos memorizados a lo largo del curso que con el paso del tiempo se desvanecerán y cuando llegue el día en que el alumno, ya lejos de la protección del nido de la universidad, tenga que ponerlos en práctica, se volverá con rencor hacia su maestro.

No a todos les apasiona la búsqueda del conocimiento, la mayoría de los alumnos tienen muchas cosas más en que gastar su tiempo y el maestro ve con desconsuelo que sus más anheladas aspiraciones que lo acompañaban el primer día en que iba a comenzar a ejercer como maestro quedan aletargadas esperando encontrar discípulos y no solamente alumnos que solo desean conseguir un título para colgarlo en la pared.

¿Qué hacer? Es tarea de todos, gobierno, escuelas de todos los niveles, maestros y alumnos hacer que la búsqueda del conocimiento sea lo que indique el rumbo de la enseñanza. Y el medio, no es la memorización ni la repetición de lo ya descubierto sino de utilizar lo existente como punta de laza para la generación de nuevo conocimiento en todas las áreas, en todos los niveles. Porque todos llevamos un filósofo dentro desde niños, desde que la curiosidad del saber porque funcionan las cosas nos introduce al mundo de la filosofía ya que aún sin siquiera saber que existe la filosofía desde niños desempeñamos la actividad reflexiva, la actividad filosófica.

Por ello, no existe una filosofía que represente un punto de vista absoluto y perenne. Por lo mismo, Aristóteles la llamó “la ciencia que se busca”, que siempre está en estado de constitución de su propio objeto. La Filosofía se ha ido abriendo caminos en la historia a través de las discusiones y disputas de los filósofos. También significa que la historia de la Filosofía es esencial a la Filosofía misma, pues en su historia está el todo de la Filosofía. Al mismo tiempo, la filosofía ha evolucionado, surgiendo en su interior diversas ramas: Ética, Metafísica, Epistemología, Antropología y otras.

Desde el punto de vista de la Epistemología se estudian sus distintas acepciones o categorías tales como: Paradigmas, Verdad, Crítica, Falsedad, Conocimiento, Ciencia, Tecnología, Sentido común, pretendiendo obtener la validez del conocimiento. Entendiendo la Epistemología como teoría del conocimiento científico, cuya principal función es la de dilucidar problemas relativos al conocimiento cuyos principales ejemplos son extraídos de las ciencias.

El término Paradigma, siguiendo el concepto de Platón lo entendemos como ejemplo o modelo y la explicación aportada por Kuhn, en el sentido de que la ciencia se mueve dentro de un paradigma, en el cual y sólo dentro del cual parece que se va acumulando conocimiento. Lo que esté fuera del paradigma se rechaza por considerarse metafísico. ¿Y no son los paradigmas muros de ladrillo construidos frente a nuestros ojos?

El termino verdad, se analizará no en el sentido de proposición, sino en el de realidad, diferente a lo aparente, concebida por un intelecto y formulada en un juicio por un sujeto cognoscente.

“La Verdad era otra cosa muy distinta para los sabios y teósofos del Oriente y de Grecia. Ellos, sin duda, sabían que no se la puede abarcar ni equilibrar sin un sumario conocimiento del mundo físico; pero también sabían que reside ante todo en nosotros mismos, en los principios intelectuales y en la vida espiritual del alma. Para ellos el alma era la sola, la divina realidad y la llave del Universo. Reconcentrando su voluntad, desarrollando sus facultades latentes, alcanzaban el luminar vivo que llamaban Dios, cuya luz hace comprender a los hombres y a los seres. Para ellos lo que llamamos el Progreso, es decir, la historia del mundo y de los hombres, no era más que la evolución en el Tiempo y en el Espacio de esta Causa central y de este Fin último. — ¿Creéis que estos teósofos fueron puros contemplativos, soñadores impotentes, fakires subidos a sus columnas? Error. El mundo no ha conocido hombres más grandes de acción, en el sentido más fecundo, el más incalculable de la palabra. Brillan ellos como estrellas de primera magnitud en el cielo de las almas. Se llaman: Krishna, Budha, Zoroastro, Hermes, Moisés, Pitágoras, Jesús, y fueron poderosos moldeadores de espíritus, formidables vivificadores de almas, saludables organizadores de Sociedades. No viviendo más que para su idea, prestos siempre a morir y sabiendo que la muerte por la Verdad es la acción eficaz y suprema, ellos han creado las ciencias y las religiones, por consiguiente las letras y las artes, cuyo jugo nos nutre aún y nos da la vida.” Fragmento; Los grandes iniciados, Eduardo Schure.

Y es así que La Religión, la Ciencia, la Filosofía y el Arte representan cada uno un espacio determinado de la sustancia humana, la Fe, la Experiencia, la Razón y los sentimientos, cada una estudia un aspecto del hombre buscando entender al mundo ideal, natural, espiritual y estético.

La Religión (fe) tiene unas verdades que hay que creer, unas normas de conducta que se deben cumplir y unas manifestaciones exteriores, llamadas culto, con las que se honra a la divinidad, pero su fuente predominante es la Fe, la cual permite al individuo aceptar Dogmas, aún sin ser comprendida por la razón. La Teología, ciencia que estudia a Dios, se mueve entre lo sagrado, lo profano, y el misterio de la divinidad. La razón no puede comprender estos postulados, por lo que la filosofía tiende a ser vista como sierva de la teología. El fin último de la religión transciende hasta alcanzar la perfección para un mundo sobrenatural más allá de la vida y la muerte.

Aunque en el libro de los grandes iniciados nos muestra su autor el lado oculto, el reservado solo a unos cuantos que puedan comprender “la historia interna de la religión eterna y universal”.

“En ella se muestra el porqué de las cosas, el emplazamiento de la humana conciencia, del que la historia no nos ofrece más que un reverso laborioso. Allí alcanzamos el punto generador de la Religión y de la Filosofía, que se reúnen al otro extremo de la elipse por medio de la ciencia integral. Este punto corresponde a las verdades trascendentes. Allí encontramos la causa, el origen y el fin del prodigioso trabajo de los siglos, la Providencia en sus agentes terrestres. Tal historia es la única de que me ocupo en este libro.”

Y con ésta cita textual no pretendo profanar la secularización de la educación solo dar énfasis a que hay aspectos del conocimiento quizá uno de las más trascendentales que se han quedado en el olvido o que se reservan solo a unos cuantos. Ya que los dogmas deben quedarse en los templos pero la revelación de la historia interna de la religión debe mostrarse a través de la filosofía, bueno, al menos eso pienso…por ahora.

Por otro lado, la Ciencia (experiencia) se encuentra más pegada a los hechos empíricos, aquellos enunciados que están más cerca de los hechos comprobables, que pueden verificarse a través de la observación y de la experimentación, la inducción en su método por excelencia. En sus orígenes la ciencia y la filosofía constituían una sola cosa. Ahora Filosofía y ciencia no sólo no se oponen, sino que se encuentran como dos extremos.

En cuanto a El Arte (sentimientos) hace referencia a la realización de acciones que requieren una especialización, como por ejemplo el arte de la jardinería, el arte de jugar al ajedrez o el arte de la guerra. Es toda creación u obra que exprese lo que el hombre desea exteriorizar, obedeciendo a sus propios patrones de belleza y estética. Aunque profundiza y estudia al ser humano, el concepto de arte depende de cómo ve la sociedad el mundo en su época, no puede ser generalizado porque lleva una carga de subjetividad que lo hacen único y constantemente cambiante. Es estudiado por la filosofía del arte.

Por último, La Filosofía (razón) por ser ciencia universal va mas allá de los límites de cada ciencia, las toma a cada uno y estudia sus hechos y principios que atañen en la generalidad del hombre, el mundo, sus pensamientos y sus fines. Ella se ubica como en dos polos entre los que se desarrolla todo el pensamiento racional de la humanidad.

“La Religión y la Ciencia, estos guardianes supremos de la civilización, han perdido una y otra su don supremo, su magia, la de la grande y fuerte educación. Los templos de la India y del Egipto han producido los más grandes sabios de la tierra. Los templos griegos han moldeado héroes y poetas. Los apóstoles de Cristo han sido mártires sublimes y han hecho brotar otros mil. La Iglesia de la Edad Media, a pesar de su teología primaria, ha hecho santos y caballeros porque creía, y por intervalos el espíritu de Cristo palpitaba en ella. Hoy, ni la Iglesia aprisionada en su dogma, ni la Ciencia encerrada en la materia, saben hacer hombres completos. El Arte de crear y de formar las almas se ha perdido, y no se volverá a encontrar hasta tanto que la Ciencia y la Religión, refundidas en una fuerza viva, se apliquen juntas y de común acuerdo al bien y la salvación de la humanidad. Para eso, la Ciencia no tiene que cambiar de método, sino extender su dominio; ni el cristianismo de tradición, sino de tratar de entender los orígenes, el espíritu y el alcance.

Ese tiempo de regeneración intelectual y de transformación social, llegará, de ello estamos seguros. Ya presagios ciertos lo anuncian. Cuando la Ciencia sepa, la Religión podrá, y el Hombre laborará con una nueva energía. El Arte de la vida y todas las Artes no pueden renacer más que por su mutuo acuerdo. Pero, entretanto, ¿Qué hacer en estos tiempos que parecen el descenso en una sima sin fondo, con un crepúsculo amenazador, precisamente cuando su principio había parecido el ascenso hacia las libres cumbres, bajo una brillante aurora?

La fe, ha dicho un gran doctor, es el valor del espíritu que se lanza adelante, seguro de encontrar la verdad. Esa fe no es la enemiga de la Razón, sino su antorcha; es la de Cristóbal Colón y de Galileo, que desea la prueba y la objeción, provando e ripovando, y es la sola posible en el día. Para los que la han perdido de un modo irrevocable, y son muchos -porque el ejemplo ha venido de arriba -, el camino es fácil y está completamente trazado; seguir la corriente del día, sufrir a su siglo en vez de luchar contra él, resignarse a la duda y a la negación, consolarse de todas las miserias humanas y de los próximos cataclismos con una sonrisa de desdén, y recubrir la nada profunda de las cosas - en que sólo se cree - con un velo brillante que se adorna con el hermoso nombre de ideal, pensando al mismo tiempo que éste no es más que una quimera útil.

En cuanto a nosotros, pobres seres perdidos, que creemos que el Ideal es la sola Realidad y la sola Verdad en medio de un mundo cambiante y fugitivo; que creemos en la sanción y el cumplimiento de sus promesas, en la historia de la humanidad como en la vida futura; que sabemos que esa sanción es necesaria; que ella es la recompensa de la fraternidad humana, como la razón del Universo y la lógica de Dios; - para nosotros, que tenemos esa convicción, sólo hay un partido, que debemos abrazar: afirmemos esa Verdad sin temor y tan alto como sea posible; echémonos por ella y con ella en la palestra de la acción, y por encima de la batalla confusa, tratemos de penetrar por la meditación y la Iniciación individuales, en el Templo de las Ideas inmutables, para armarnos allí con los principios infrangibles. Es lo que he tratado de hacer en este libro, esperando que otros me sigan y lo hagan mejor que yo.” Edouard Schure – Los Grandes Iniciados Fragmento.

Concluyendo afirmo que la búsqueda del conocimiento, de la verdad relativa debe de ser una ardua y a la vez disfrutable actividad compartida entre maestro y alumnos que trasformen las aulas en laboratorios de creatividad y generadores de ideas que no solo sirvan para nutrir el espíritu o la necesidad imperiosa de satisfacer nuestra curiosidad sino que también transformen la vida de otros y del país en que vivimos formando mejores seres humanos sensibles al entorno en que se desarrollan, no solo social, sino también natural. Lo que nos diferencia de los otros seres vivos, es el raciocinio, la razón hace al hombre pero el conocimiento de las verdades trascendentes nos hace humanos. Y solo se llega a la verdad a través de la filosofía, la ciencia, la religión y el arte porque el ser humano es ese cúmulo de cosas, la Fe, la Experiencia, la Razón y los sentimientos. La conjunción del mundo ideal, natural, espiritual y estético en uno solo, el ser humano.

Y lejos de ser una expresión lisonjera pero si de reconocimiento de que una gran prueba de la búsqueda del conocimiento fue la materia de Introducción al pensamiento filosófico de la Educación Superior, y es, verbigracia, este ejercicio de elaborar un ensayo sobre ¿qué es para mí la filosofía? Y más que ensayo considero que ha sido una manifestación ardua de mi actividad reflexiva y de una incipiente pero luminosa actividad filosófica que ha despertado mi espíritu investigador aletargado por el materialismo del conocimiento en el que he estado inmersa por un par de años pero ahora llevaré a la Filosofía como antorcha en la búsqueda del conocimiento del Derecho que tanto me apasiona por no distar otras ciencias y sé que me acompañará a través del desarrollo de mi aprendizaje de posgrado así como en mi actividad docente.










Bibliografía


· Schure Edouard; Los grandes iniciados, Ed. Tomo.
· Vargas Douglas; Curso de Filosofía.

viernes, 16 de abril de 2010

Albores del constitucionalismo mexicano

Al descender Bonaparte de los Alpes sobre suelo de Italia en 1796, su ejército llevaba consigo los principios de libertad y de individualismo con que la Revolución Francesa acababa de sustituir al gobierno absoluto. Para ser enseñados sistemáticamente, esos pricipios hallaron su lugar propicio en la tierra que había fecundado la tradición jurídica de Roma, y por eso fue que en Italia se fundaron entonces, antes que en ningún otro país, las primeras cátedras de Derecho Constitucional.

Las Doctrinas de Montesquieu y de Rousseau, el colapso del régimen monárquico, la necesidad de organizar a la República sobre bases nuevas y las experiencias inglesa y norteamericana como ejemplos prácticos, todo eso hizo resurgir en Francia los estudios de Derecho Constitucional, a partir del último tercio del siglo XIX.

También los problemas de toda índole planteados por la segunda Guerra Mundial, que si fueron temibles en la preguerra son más serios aún en la posguerra, galvanizaron el pensamiento constitucional. Corresponde a los alemanes la unificación por el idioma y por el estilo de los pensadores que no siempre eran de la misma nacionalidad. Sobresalen grandes pensadores durante este tiempo como son:Smend, Schmitt, Schindler, Kaufmann, Heller y Kelsen, éstos dos últimos aunque teóricos del Estado, tienen gran influencia dentro del derecho constitucional. Figuran también el francés Maurice Hauriou, Carré de Malberg, el italiano Santi Romano y Harold Laski.

El constitucionalismo mexicano es el proceso seguido por el Estado mexicano para crear las leyes que han configurado históricamente su ordenamiento constitucional. El desarrollo progresivo de una nación solamente pede conocerse por el estudio de sus acontecimientos políticos. Cada revolución es un esfuerzo hecho por los ciudadanos para conquistar algún principio o para consolidar los ya adquiridos, y es evidente que la narración de tales sucesos forma el resumen del derecho público de la nación siendo cada uno de aquellos acontecimientos un antecedente de su ley constitucional.

En la época colonial las tribus y diversas naciones que ocupaban la tierra conquistada por Hernán Cortés, conocida luego con el nombre de Nueva España, se sometieron con más o menos facilidad al poder de los españoles, no solo por el genio y astucia de los conquistadores, ni porque estos supieran aprovecharse del odio y de la envidia que contra el imperio de los aztecas germinaba en los pueblos que les estaban avasallados, sino porque principalmente estaban sometidos al yugo despótico de sus reyes o caciques y no tenían la conciencia de los derechos del hombre y habituados a pelear guiados por una ciega obediencia, no germinaba en ellos el fuego del patriotismo. No faltaron ejemplos de heroísmo, pero nada lograron y cambiaron la dominación existente de los aztecas por el de los españoles.

Pero, ¿Cómo pudieron los mexicanos, en medio de la ignorancia en que se les mantenía, concebir ideas de libertad y de progreso? Sencillamente, se debe a que en las fronteras del Norte y puertos del país no estaban tan completamente guardados por nuestros opresores como para que no llegaran al interior de México las noticias de la independencia de los Estados Unidos y el eco formidable de la Revolución Francesa. Además de que el bajo clero adquiría en las aulas algunos elementos de la ilustración, y esta circunstancia, unida al despotismo e insolencia con que era tratado por el alto clero, despertaron en sus miembros ideas de independencia, a esto se debe que muchos de los principales caudillos de la insurrección pertenecieran a la clase eclesiástica.

Sin embargo, después de una incesante lucha, había sido casi sojuzgado el esfuerzo por la Independencia, y apenas si se escuchaba algún grito de libertad en las montañas del sur, en donde Vicente Guerrero conservaba inextinguible el fuego de la libertad. Los heroicos esfuerzos del modesto caudillo podrían haber conservado por largo tiempo la llama del patriotismo, pero España en el año de 1820 aceptó y juró de nuevo la Constitución de Cádiz de 1812, documento que consignaba ciertos principios liberales. Basto esto para que el partido clerical de México desease la separación de la Metrópoli y aceptara para aprovecharse de él, el Plan de Independencia. Nadie ignora que fue el alto clero el que determinó a Iturbide, antiguo jefe realista, a traicionar al gobierno español y a pasarse a las filas de la insurrección, en donde, por un acto de patriotismo pero falto de política, el eneral Guerrero le cedió el primer puesto.

Iturbide hizo creer a los mexicanos que él solamente se debía a un plan de orden y unión para llevar a cabo la emancipación política de la Nueva España, puesto que el grito de Dolores no había sido otra cosa que la voz que originó el desorden, el abandono y la multitud de vicios. Pero la voz de Hidalgo no fue nada mas el grito de guerra del oprimido, clamando venganza contra su opresor, el Padre de la Patria abriga ideas más hondas como el mantener la religión, la ley, la Patria y la pureza de las costumbres. Quería la autonomía de México y protestaba observar inviolablemente las leyes de guerra y el derecho de gentes. Además de que los continuadores de la obra de la Independencia, proclamaron más tarde que la soberanía reside en la masa de la nación y apuntaban ya la separación de la Iglesia y el Estado.

Incluso no se contentaron con expedir simples manifiestos y proclamas, sino que en medio de las batallas de Independencia quisieron organizar políticamente al país para presentarlo ante el mundo como una nación constituida. Por ejemplo, el 22 de octubre de 1814, publicaron el “Decreto Constitucional” para la libertad de la América Mexicana. Este documento es la famosa Constitución publicada en Apatzingán que declaró que la soberanía reside originariamente en el pueblo, que proclamó la división de los poderes y que el gobierno se instituye para la protección y seguridad de todos los ciudadanos. Rompía todo vínculo con el extranjero y creaba un gobierno puramente nacional. No así el Plan de Iguala, proclamado por Iturbide, que si declaraba la independencia de México pero todavía dejaba encadenada a la nación a los pies de Fernando VII y no aceptando éste el gobierno, bajo el de cualquier ndividuo de su dinastía o de otra casa reinante, establecía el gobierno monárquico, la conservación de los fueros y propiedades del clero y las inmunidades y rivilegios del ejercito.

Consumada la Independencia el 27 de septiembre de 1821, después se estableció el imperio de existencia efímera. Y fue hasta el 3 de Febrero de 1824 se expidió una Acta Constitutiva que no era más que un preliminar para el establecimiento de la ederación. Este documento proclamó algunos principios que desde entonces quedaron rraigados en nuestro derecho. El 4 de octubre de ese mismo año se firmó la primera onstitución de nuestro país.

En la historia de la literatura constitucional mexicana, podrían señalarse varios períodos. Desde comienzos del siglo XIX hasta la Constitución de 1857, no son por lo común profesionales del derecho los dedicados a estos tópicos ni sus estudios tienen por objeto temas concretos de Derecho Constitucional, como son Fray Servando Teresa de Mier, Lorenzo de Zavala, José María Luís Mora, Mariano Otero y Luís G. Cuevas.

Al consolidarse con el triunfo de la República en 1867, la vigencia de la Constitución de 1857, se inicia propiamente el estudio del Derecho Constitucional Mexicano. Aparte de los compendios de varios autores, escribieron textos de Derecho Constitucional para uso de las escuelas profesionales de la República, José M. del Castillo Velasco, Ramón Rodríguez, Isidro Montiel y Duarte, Januario Manzanilla, Mariano Coronado y Eduardo Ruiz. Pero entre todos los autores de esa época sobresalen, muy por encima de los demás, José María Lozano e Ignacio L. Vallarta. El primero inspiró al segundo con su obra “Tratado de los Derechos del Hombre”, publicada en 1876. En cuanto a Vallarta, comparte con Rabasa el lugar más alto en la doctrina del Derecho Constitucional Mexicano. La obra estrictamente doctrinaria de Vallarta está contenida de modo principal en “El juicio de amparo y el Writ of Habeas Corpus”.

La Constitución, que era casi letra muerta en la práctica de las instituciones, cobró vida y animación en las ejecutorias de que era autor el presidente de la Corte, Vallarta. La incompetencia de origen, las facultades extraordinarias del ejecutivo, la amplitud del amparo, fueron entre otras varias las cuestiones onstitucionales en que Vallarta trazó direcciones definitivas. Él enseñó a interpretar la Constitución de acuerdo con las teorías que en Estados Unidos sirvieron para hacer funcionar el modelo norteamericano. Los autores que desde Vallarta y Rabasa hasta nuestros días se han referido a las instituciones políticas de México, lo han hecho según el método histórico. Se ha dicho que, por lo tanto, arecemos de tratados que hubieren superado la época del método histórico político mprendido la tarea de investigar nuestro Derecho Público con el método técnico jurídico puro, en la opinión de Tena Ramírez.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Los mandamientos del abogado de Couture.

1°. ESTUDIA.- El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día menos abogado.
2°. PIENSA- El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
3°. TRABAJA- La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.
4°. LUCHA- Tú deber es luchar por el derecho; pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.
5°. SÉ LEAL.- Leal para con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que tú le invocas.
6°. TOLERA.- Tolera la verdad ajena en la misma medida que quieres que sea tolerada la tuya.
7°. TEN PACIENCIA.- El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
8°. TEN FE.- Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz.
9°. OLVIDA- La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
10°. AMA A TU PROFESIÓN.- Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga abogado.

domingo, 26 de octubre de 2008

BIOGRAFIA DE ULPIANO



Domicio Ulpiano; Tiro: nació el 170, en Roma, y murió en el año 228. Fue un Jurisconsulto romano, considerado uno de los más grandes jurisconsultos de la historia del Derecho. Era miembro de una de las más importantes familias ecuestres de la provincia romana de Siria. Fue el discípulo más aventajado del gran jurista clásico romano Papiano, de quien fue asesor cuando este ocupó el cargo de perfecto del pretorio en el 203 d.C., cargo en el que Ulpiano permaneció hasta el 212 a.C. Durante el reinado de Caracalla fue magister liberorum, puesto que mantuvo cuando Heliogábalo ascendió al trono de Roma. Pero se vio obligado a abandonar Roma cuando el emperador, ante quien había caído en desgracia, le condenó al exilio. Regresó en el 222 d.C. a Roma e inmediatamente pasó a ser miembro del consilium de Alejandro Severo, de quien había sido maestro durante su infancia. Su talento y condiciones personales llamaron la atención del emperador, quien le nombró perfecto de la anona y perfecto del pretorio, cargo este último reservado a los miembros del orden ecuestre. Este puesto tenía, junto al mando militar, las funciones de asesor jurídico del emperador y las labores de instancia suprema del sistema jurídico romano.
Murió en el 228 a manos de los pretorianos, con los que había tenido duros enfrentamientos, y quienes le degollaron en presencia del propio emperador. Uno de sus discípulos, Herenio Modestiano, se convirtió en el jurista más destacado de la siguiente generación.

Su producción, muy abundante, abarcó todas las ramas del Derecho romano. Se le consideró autor de 287 libros, lo que le convirtió en el jurista más prolífico de su época. Entre sus obras destacaron los Libri LXXXI ad edictum praetoris y Libri II ad edictum aedilium curulium, en los que comentaba los contenidos de los edictos de los pretores y de los ediles. En ellos siguió con bastante rigor el orden de los edictos. Especial fama alcanzó su De officio proconsulis, una especie de guía para los gobernadores de provincias, que fue muy seguida en su tiempo y posteriormente, como refleja la mención a este escrito que figuraba en una inscripción de Éfeso del siglo IV.
Realizó una obra incompleta que tenía el título de Libri LI ad Masurium Sabinum, y escribió numerosas monografías dedicadas a los officia elaborados por los magistrados imperiales. También fueron fundamentales los Libri VII regularum, los Libri II Institutionum y Libri VII Regulae. De toda esta producción solo se conservan algunos fragmentos de las Institutiones y el Liber singularis. El resto de sus obras conocidas nos han llegado en los fragmento que quedaron reflejados en el Digesto.

Para Ulpiano las costumbres en el Derecho quedaban instituidas por su largo uso. La autoridad de la costumbre nacía del consentimiento del pueblo, lo que era asumido por las generaciones posteriores como el ideal de la nación romana. Describió la jurisprudencia como la ciencia del Derecho que define la noticia de las cosas divinas y humanas, ciencia de lo justo y de lo injusto. Consideraba que el Derecho público estaba integrado por las normas que tratan sobre la organización del Estado y por el Derecho privado que regula los intereses de los particulares. Para Ulpiano era Derecho público todo aquello que se refería al Estado romano y Derecho privado lo que correspondía a la utilidad de los particulares. Redujo el Derecho público a tres materias: Sacra, Sacerdotes y Magistrados. Mantenía que el Derecho natural era aquel que la naturaleza enseñó a todos los animales. Importante fue la definición que dio de la justicia, a la describió como la firme voluntad de tratar a cada uno como se merece.

Los tres preceptos del Derecho son enunciados por primera vez por Ulpiano en sus Institutiones y recogidos posteriormente en el Corpus iuris civilis (D. I, 1, 10, 1 y en I, 1, 1, 3 —«Iuris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere»—) y en nuestro país recogido por Raimundo de Peñafort en sus Summa iuris y por la Partida 3ª., Título I, ley 3ª.
Se distinguen con este nombre tres principios generales de que nace como de su fuente toda la doctrina del Derecho, y son: 1º vivir honestamente, «honeste vivere»; 2º. No hacer mal a otro, «neminem laedere»; 3º. Dar a cada uno lo suyo, «suum cuique tribuere». El objeto del primero dicen, es hacer un hombre de bien; el objeto del segundo es hacer un buen ciudadano, y el objeto del tercero es hacer un buen magistrado. El primero enseña lo que el hombre se debe a sí mismo; el segundo lo que debe a los demás, y el tercero, lo que debe un magistrado a los que están sometidos bajo su jurisdicción. El primero de estos preceptos se limita a una pura honestidad, la cual puede violarse sin hacer daño a nadie cuando se hace una cosa que está permitida, pero no es conforme al decoro: “Non omne quod licet, honestum est”. El segundo nos ordena que no hagamos en el comercio de la vida cosa alguna que cause daño o perjuicio a otra persona, cualquiera que ella sea, en sus bienes, en su reputación o en su cuerpo, “sive in bonis, sive in fama, sive in corpore”, de modo que este concepto excluye toda violencia, toda malicia, todo fraude y, generalmente, todo lo que se opone a la buena fe. El tercero, en fin, enseña a los encargados de la administración de la justicia las reglas que deben seguir en el desempeño de sus funciones.
Junto a ellos , en intima relación, han ido surgiendo otros tres valores :a) Justicia (“Iustitia”). Según Ulpiano, la justicia es la voluntad firme y continuada de dar a cada quien lo suyo. El Derecho tiende a la realización de la justicia, el derecho es el objeto de la virtud, conocida con el nombre de justicia.; b) Jurisprudencia (“Iurisprudentia”). Es la ciencia y la práctica del derecho, definida como el conocimiento de las cosas divinas y humanas, y la ciencia de lo justo y de lo injusto.
“Iurisprudentia” deriva de “ius” a cuyo genitivo –“iuris”- se le ha añadido “prudentia”, que significa la virtud por medio de la cual se discierne y distingue lo bueno, lo conveniente, de lo malo y de lo injusto y c) Equidad (“Aequitas”). “Aequitas” y “aequum”, son términos expresivos de la adecuación del derecho positivo a los hábitos, costumbres, sentimientos e instintos morales e intelectuales arraigados en la conciencia colectiva. La equidad interviene para restablecer la justa proporción, el equilibrio debido entre el derecho y la vida de relación siempre en continuo cambio.